sábado, 8 de diciembre de 2007

Aquelarre de sentimientos (una reflexión sobre el idioma de una tal Jane Austen)


Como he mencionado en alguna ocasión, he vuelto a dar clases de inglés en ese nivel tan elocuente como frecuentado, de nombre rimbombante, "Upper - intermediate". Hacía más de dos años que no refrescaba mis nociones del idioma de Shakespeare. Ya tocaba recuperar el Present Perfect simple o el Present perfect Continuous; el vocabulario, las redacciones... En fin, que tiempos como este son el momento ideal para revisitar al inglés, ese viejo amigo y caer en la cuenta de que para ser bilingüe vas a necesitar algo más que el First. Porque no nos engañemos, a nuestra generación (la de los ochenta), nos impartieron clases de gramática británica pero no de conversación ni nada que se le asemeje de lejos. Excepto unos pocos privilegiados, unos más que se lo han currado un montón, debo de constatar que aún no se posee un manejo profundo del dichoso idioma. Admitámoslo, gracias al subtitulado de las películas instaurado por el régimen anterior, al brillante sistema educativo que tenemos (con un record de Leyes Generales de Educación, una mínimo por gobierno) y, en parte, por cierta pereza intelectual del personal somos el gran negocio de las academias, de las escuelas de idiomas o los métodos a distancia (That´s english, De Agostini, etc...). Quizás debamos de coger el petate y hacer las américas (o las Gran Bretaña, las irlandas o las australianas para los amantes de las distancias largas).

Pero no penséis que inmerso en toda esta empanada mental, un servidor no disfruta y se echa unas risas. ¡Pues sí! Y todo gracias al grupillo que me ha tocado, uno de los mejores que he tenido en el británico. Todos tenemos idénticas dificultades y eso ayuda un montón. Aunque nada sería igual sino estuviera una bilbaína de veintitantos años, residente en Madrid con quien últimamente nos reímos mucho. "Una chica feliz", que diría Antonio. (Nota: mi corazón bombea a buen ritmo y no busca okupas o musas que entretengan su rutina)


Ha sido una semana atípica, en la que he echado instancias para el Máster en Relaciones Internacionales y para un curso sobre la UE. Bueno, pues que Dios reparta suerte que dicen en mi pueblo. También es posible que cobre por mi humilde colaboración con Tiempo (uno de los momentos más satisfactorios de los últimos dos meses). No me han faltado tampoco conversaciones interesantes entorno a un café o una tarta de Santiago algo dura...

Aunque esto de estar parado no es un placer precisamente, una de las lecciones que he deducido de estos últimos meses es que no he de perder la esperanza. Ni la sonrisa, hay que tener confianza en que este camino estrecho, repleto de piedras y obstáculos, se podrá recorrer con buenas dósis de esperanza y seguridad. Es la ciencia del manejo de los tiempos y los ritmos, una materia en la que Crispín y Crispón han jugado a aprendices de magos. Constancia, trabajo, confianza, astucia, instinto para percibir las oportunidades, etc...

El peor consuelo es percatarte de que hay muchos periodistas sin un lugar bajo el sol y eso asusta mucho aunque como diría alguien que yo me sé... Sólo tenemos 23 años y ya ambicionamos alcanzar la meta. Veremos.


PD: ¿Cenas de Navidad? ¡Por supuesto! De momento en la revista de pastoral de la Delegación de Infancia y Juventud de la diócesis de Madrid "Centinela" nos montamos una merienda el 23 para ir bien preparados a las fiestas... Ahí va la imagen que encabeza la entrada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dale duro al inglés carlillos!!! Tú puedes con todo, hombre. Y recueda que cuando seas embajador de algún país raro, allí estaré yo para limpiarte la pantalla del ordenador,jejeje