Vamos, que cerramos el puesto de helados. O dicho de otra manera, que nos vamos a otra parte con la feria. Metáforas aparte, la noche en blanco lo fue en transportes y en buen tiempo. Aunque estuvo genial ocupar algunas arterias de este imperio de hormigón, que es Madrid, fue algo caótico por la lluvia. Estuvo gracioso que en Atocha junto a la Cuesta Moyano expusieran varios cortos alemanes, uno sobre un grupo de forofos y otro acerca de un proyectista... Lo mejor, el bocadillo de calamares que un servidor se metió entre cuerpo y espaldas. Luego finalizamos en el ´Jardín Botánico, el cual, estaba iluminado mientras unas voces roncas intentaban rememorar esos juegos de miedo propios de campamentos.
Se acabó el verano, se acabó deambular por una ciudad semivacía, de esos días largos, casi eternos, de alguna buena juerga. Y, ¿por qué no? De no tener colas apenas para el cine, el teatro y demás espectáculos. Curioso, no he salido de la comunidad de Madrid en estos tres meses pero me lo he pasado genial. Mejor que el año anterior, incluso.
Lo dicho, melancolías al margen .... El último que apague la luz. Mañana, lo que toque...
Coda: Los que me habéis preguntado por esa joya que ando buscando, creo que la voy a dejar de ver pronto... Si es que no estamos para tirar la casa por la ventana. Por cierto, gracias por el consejo Pilar. La foto es de Javier, ¡¡va por vosotros!!!
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