Agotado por un fin de semana cargada de acontecimientos, rompí a aplaudir de emoción a Iker Casillas cuando levantó la segunda Eurocopa de la historia de nuestra selección. Un grupo de humildes jugadores de veintitantos años, conducidos por un seleccionar al que un servidor cuestionó duramente durante los últimos. Y ahora son campeones de Europa... No me he emocionado más con una victoria futbolística, jamás ciertamente y el entorno no podía resultar más anodino: Una cafetería en la estación de autobuses de Avenida de América. Ásí que me perdí toda la segunda parte y la primera apenas la vi porque andaba liado con un artículo.
Pero eso ya no importa, porque hoy tengo que descubrirme el sombrero ante Luis Aragonés y sus chicos. Nos han dado una gran alegría, hemos llorado, aplaudido a rabiar y sacado nuestro maltrecho orgullo nacional. Eso sí, integrador y nada amenazante. Sinceramente, si alguien me hubiera dicho que ganábamos esta eurocopa seguramente me habría reído como pocas veces.
Gracias a este equipo por darnos esta buena noticia, por devolverle la sonrisa al país y, sobre todo, porque esta semana será más digerible para todos. ¿Crisis? ¡Mañana hablaremos de ello! Hoy toca gritar aquello de ¡¡Soy, soy, soy español!! o ¡¡Viva España!!
PD: Mañana irá a recolectar las portadas de algún periódico deportivo, porque serán históricas.
1 comentario:
Exacto,
yo también vibré, y casi lloro de la emoción.
Y encima contra Alemania !!!! (tricampeona de europa y bicampeona del mundo)
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